Las reformas orientadas al mercado adoptadas en diversos países latinoamericanos durante las dos últimas décadas, han modificado drásticamente el contexto en que venían operando los sindicatos. Uno de los cambios más significativos fue el menor margen de maniobra de los gobiernos para definir sus políticas internas y mantener los viejos compromisos con los trabajadores, característicos de los sistemas de relaciones laborales de corte corporativo, dominantes en algunos países de la región. La consecuencia fue el creciente desequilibrio en el poder de negociación del capital y el trabajo, lo que se tradujo en un reparto inequitativo de los costos y beneficios del cambio económico. Al respecto, existen evidencias que muestran que después de varios lustros de políticas "neoliberales" se observa un crecimiento económico menor al esperado y una acentuación de la desigualdad entre y dentro de los países, lo que, entre otros factores, se relaciona con la ausencia o la fragilidad de las instituciones y organizaciones —como es el caso de los sindicatos— capaces de promover una mejor distribución de los resultados (UNCTAD, 1997 y OCDE, 1996).
Las estrategias encaminadas a renovar las fuentes tradicionales del poder sindical, en mayor o menor grado asociadas al papel central que los estados latinoamericanos tuvieron en el modelo de desarrollo, sustentado en la sustitución de importaciones divergen en sus ritmos, alcances y dirección, entre otras razones, en atención al grado de avance de la democratización política.1 Sin embargo, de la posibilidad de conseguir un reemplazo adecuado de esas fuentes de poder y del uso eficiente de los recursos capaces de fortalecer la acción colectiva frente a una nueva estructura de restricciones y oportunidades, dependerá en gran medida la inclusión o exclusión de los intereses de los asalariados de las supuestas ventajas de la globalización económica.
En estas circunstancias, si el sindicalismo mexicano podrá o no remontar las inercias corporativas y antidemocráticas para funcionar en adelante como un contrapeso efectivo al creciente poder de las empresas trasnacionales y a su aspiración a competir a través de los bajos salarios y la alta productividad alcanzada en los sectores orientados a la exportación, gracias a la reestructuración emprendida en los ochenta, es un interrogante cuya respuesta tendrá serias implicaciones dentro y fuera del país. Ello se debe a que ante la creciente interdependencia de las economías y la posible extensión del TLCAN al resto del continente, un modelo laboral excluyente y de "incentivos negativos"2 como el que actualmente se desarrolla en México con la complicidad del sindicalismo tradicional, pondría en peligro cualquier intento por mejorar las condiciones laborales o defender las instituciones sobrevivientes del vendaval flexibilizador que acompañó a los procesos de ajuste y cambio estructural en América Latina. De ahí que las perspectivas de los sindicatos mexicanos y su capacidad para impulsar las transformaciones que les permitan representar con eficacia los intereses de los trabajadores en el nuevo contexto, cuestión que se desatendió en gran medida por los avatares de la transición política como por las expectativas generadas en torno a las ventajas que se derivarían del libre funcionamiento del mercado, cobren hoy una renovada importancia.
Esta problemática es abordada aquí desde una perspectiva doble. Por una parte, se ofrecen algunos elementos de reflexión en torno a la relación entre la democracia interna y la capacidad de las organizaciones sindicales para fortalecerse en las nuevas circunstancias políticas y económicas por las que atraviesa el país, a través de la renovación de sus recursos tradicionales de poder. Por otra, se aborda en qué medida es necesario el cambio institucional para alentar la democratización de los sindicatos y se analizan las alternativas contenidas en los proyectos de reforma de la legislación laboral de los más importantes partidos políticos de oposición, el PAN y el PRD, encaminadas ambas a dejar atrás los autoritarios y corporativos del viejo sistema sindical.