jueves, 4 de junio de 2020

Políticas educativas en los inicios del siglo XX

A principios del siglo XX la escolarización fue un asunto que preocupó a los intelectuales, políticos y pedagogos de la éoca. La enseñanza obligatoria constituyó un paso importante aunque insuficiente. La mayoría de la población en edad escolar seguía siendo analfabeta. Más del 80% de los colegios estaban en las ciudades, en un país donde el 70% de la población vivía en el campo.
Aula de principios del siglo XX
La actividad educativa se vio muy influenciada por los escritos de Ellen Key. La educación progresista se basaba en las necesidades y en las potencialidades del niño más que en las necesidades de la sociedad o en los preceptos de la religión.
Estados Unidos influyó enormemente en los sistemas educativos de América Latina. El siglo XX ha estado marcado por la expansión de los sistemas educativos de las naciones industrializadas de Asia y África.

La historia de la educación en el siglo XX, en España durante la II República

En los primeros años del siglo XX, durante Reinado de  Alfonso XIII (1902-1931), hubo pocos cambios en la educación. Esto fue debido a que aquélla época fue un periodo de crisis en España, desembocando en la dictadura de Primo de Rivera. Los primeros cambios importantes en la enseñanza llegarían con el triunfo de la II República, en 1931.
Uno de los cambios al que nos referimos es un decreto que reconoce la existencia de distintas lenguas. Dicho decreto dice que la enseñanza se realizará en lengua materna hasta los 8 años.
Otro decreto tiene que ver con la anulación de la obligatoriedad de la enseñanza de la religión. Así se pretende dar libertad religiosa y de conciencia tanto al niño como al maestro.
También se crean las Misiones Pedagógicas. El objetivo era la modernización docente, extender la cultura general y mejorar la educación, sobre todo en la población rural. Es decir, en aldeas y villas.
Se pensaron construir 27.000 escuelas para escolarizar a los niños que no asistían al colegio, porque no había. Pero debido a la crisis mundial (el crack del 29), se construyeron menos escuelas de las que se pensaban.
A partir de ahora, la enseñanza pública debía ser una función esencial del Estado. Esta tenía que ser laica, aunque podía delegar en la religión o en el municipio. También se permite la educación privada, si ésta no persigue fines políticos o partidistas.Enseñanza a mediados de siglo XX
La religión se convierte en una materia más. Con especial referencia a la religión católica. La enseñanza debe ser gratuita, sobre todo la primaria. Para la Universidad se reservará un 25% de matrícula gratuita. Es ahora cuando se suprime la separación de sexos, optándose por una educación mixta. También se crea un todo unitario, integrado por 3 niveles:
Nivel primario. Tendría 2 modalidades: voluntaria (4-6 años) y Básica (6-12 años).
Nivel secundario. Consistiría en 2 ciclos: prolongación de primaria (12-15 años) y preparación para cursos universitarios (15-18 años).
Nivel superior o universitario.
Las elecciones de 1933 dan el poder a la CEDA, un partido conservador. Entonces se llevó a cabo un cambio en la política republicana. Este hecho influyó en la educación, produciéndose la llamada contrarreforma educativa.
Entre otros cambios se produjo una disminución del número de alumnos y volvió la separación por sexo de los estudiantes. Además, Filiberto Villalobos retomó la creación de escuelas y creó los siete cursos de bachillerato.

Biografías Gabino Barreda, Alfonso Reyes, José Vasconcelos y Antonio Caso.

Gabino Barreda

(Gabino Barreda y Moisés; Puebla, 1818 - Ciudad de México, 1881) Médico, filósofo y político mexicano. Realizó los primeros estudios en su estado natal y, más tarde, marchó a la capital del país para ingresar en el Colegio de San Ildefonso. Abandonó la carrera de derecho antes de graduarse y se inscribió en el Colegio de Minería para estudiar química. Posteriormente se recibió como médico, profesión que comenzó a ejercer durante las guerras de 1843 y 1847, alistado como cirujano en el ejército nacional. Llegó a ser hecho prisionero tras la Batalla del Molino del Rey, en las cercanías de Ciudad de México.

Gabino Barreda
Entre 1847 y 1851 completó su formación científica en París, donde, por mediación de Pedro Contreras Elizalde, conoció a Augusto Comte y su filosofía positivista. Convencido del valor de esta doctrina para resolver los problemas fundamentales de México, regresó a su país con los seis volúmenes del Curso de filosofía positiva del francés y el propósito de divulgar el positivismo. Para ello fundó la Sociedad Metodófila, germen del que surgiría más tarde un proyecto político: el Partido Científico. Barreda ejerció su magisterio en las cátedras de filosofía médica, física, historia natural y patología médica que regentó en la Escuela Nacional de Medicina mexicana y más tarde en la Facultad de Medicina.
Sin embargo, la intervención francesa y la instauración del gobierno del emperador Maximiliano I de México lo obligaron a refugiarse en Guanajuato entre 1863 y 1867, donde ejerció la medicina y continuó sus estudios filosóficos. Con el triunfo de la República fue llamado por Antonio Martínez Castro, ministro de Justicia del presidente Benito Juárez, para participar en una reforma educativa nacional de inspiración positivista. El resultado fue la ley del 2 de diciembre de 1867, la cual ordenaba, entre otras cosas, la creación de la Escuela Preparatoria, y señalaba que la educación primaria debería ser obligatoria, gratuita y laica.
Su creciente prestigio lo llevó a diversos cargos públicos y diplomáticos. Miembro del Congreso, presidió la Comisión de Instrucción Pública de la cámara. Las ideas progresistas y positivistas de Barreda quedaron recogidas en De la educación moral (1863) y constituyeron la base de la preeminencia del positivismo durante el régimen de Porfirio Díaz, bajo cuyo mandato fue embajador en Alemania (1878). Su obra escrita dispersa en periódicos como El Federalista y El Siglo XIX fue reunida en el libro Opúsculos, discusiones y discursos (1877).

Alfonso Reyes
(Alfonso Reyes Ochoa; Monterrey, 1889 - Ciudad de México, 1959) Ensayista, crítico, poeta y narrador mexicano relacionado con la mejor tradicion literaria occidental, desde la antigüedad grecolatina hasta las creaciones de Mallarmé y la estética simbolista. Ejerció un notable magisterio en la cultura de su tiempo, promovió la fundación de sólidas instituciones dedicadas a la difusión del conocimiento y marcó la obra de casi todos los escritores mexicanos posteriores a él, como Octavio Paz y Carlos Fuentes.

Alfonso Reyes

Hijo de Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León y figura muy cercana a Porfirio Díaz, tuvo una infancia rica en lecturas y experiencias vitales. En la ciudad de México perteneció al brillante grupo intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria. Junto con Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos fundó el Ateneo de la Juventud, agrupación cultural que pretendía un México moderno y contemporáneo del mundo.

Siendo aún muy joven concluyó la carrera de leyes y partió a Europa, hondamente afectado por el asesinato de su padre durante la etapa de la Revolución mexicana que marcó el fin del gobierno democrático encabezado por Francisco I. Madero. Como miembro del servicio exterior mexicano se afincó en París en 1914, y allí publicó su volumen Cuestiones estéticas. Estudiar los fundamentos de la creación poética y literaria fue una preocupación recurrente de su obra a lo largo de medio siglo.


A consecuencia de la Primera Guerra Mundial se trasladó a España, donde compartió trabajos y experiencias con Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna. En esa etapa perfeccionó su manejo de la lengua española, uno de los rasgos que caracterizaron su estilo: riqueza de vocablos y giros expresivos, construcciones gramaticales poco frecuentes, uso de arcaísmos y matices delicados del significado.

Con Visión de Anáhuac (1915) conjuró cualquier acusación de extranjerizante. Esa obra se considera una de las visiones más lúcidas y poéticas del México prehispánico y es, hasta la fecha, lectura obligada en los cursos de cultura mexicana. Promotor de una "aristocracia del pensamiento", ofrecía un colorido sincretismo de la cultura occidental y la raíz indígena, dominado por la tríada platónica: la verdad, la bondad y la belleza.

Para 1927 ya era embajador en Argentina, donde impulsó la obra del por entonces joven Jorge Luis Borges, quien puso a su consideración el manuscrito de El Aleph y le profesó agradecida admiración el resto de su vida. Tras una estancia en Brasil, donde escribió el volumen Romances del río de enero (1933), se afincó definitivamente en México en una casa-biblioteca, hoy museo dedicado a él, que lleva el nombre de Capilla Alfonsina.


José Vasconcelos
(José Vasconcelos Calderón; Oaxaca, 1882 - Ciudad de México, 1959) Político, pensador y escritor mexicano. Fue el fundador del Ministerio de Educación en su país, desde el cual desarrolló una fecunda y extraordinaria labor, lo que le mereció el sobrenombre de El maestro de la juventud de América.

José Vasconcelos

Licenciado en derecho por la Escuela Nacional de Jurisprudencia en 1907, presidió en 1909 el Ateneo de la Juventud, del que fue fundador. José Vasconcelos fue partidario de la Revolución Mexicana desde sus inicios, ya que participó en el movimiento maderista como uno de los cuatro secretarios del Centro Antirreeleccionista de México. Fue designado codirector del periódico El Antirreeleccionista por Félix F. Palavicini. En la insurrección de 1910-11 fue secretario y sustituto de Francisco Vázquez Gómez, agente confidencial de Francisco I. Madero en Washington, y fundador del Partido Constitucionalista Progresista.


Después del golpe de Estado de Victoriano Huerta, Venustiano Carranza lo designó agente confidencial ante los gobiernos de Inglaterra y Francia, para tratar de evitar que éstos otorgaran ayuda financiera al dictador. En 1914 fue nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria. Huyó luego a Estados Unidos, ya que Venustiano Carranza pretendió arrestarlo por pecar de crítico. A su regreso asistió a la Convención de Aguascalientes y desempeñó el cargo de secretario de Instrucción Pública durante dos meses en el gabinete de Eulalio Gutiérrez.

En 1915 se exilió en Estados Unidos. En 1920 se entrevistó con Álvaro Obregón y ofreció su apoyo al Plan de Agua Prieta, que pretendía destituir de la presidencia de la república a Venustiano Carranza, y así consolidar la candidatura presidencial del general Álvaro Obregón. El presidente provisional, Adolfo de la Huerta, lo designó jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes. En este cargo impuso a la Universidad Nacional el actual escudo y el lema "Por mi raza hablará el espíritu".

Continuó en el cargo bajo la presidencia de Álvaro Obregón (1920-1924), quién lo designó titular de la Secretaría de Educación Pública al crearse esta dependencia. Desde este puesto impuso la educación popular, trajo a México educadores y artistas destacados, creó numerosas bibliotecas populares y los departamentos de Bellas Artes, Escolar y de Bibliotecas y Archivos; reorganizó la Biblioteca Nacional, dirigió un programa de publicación masiva de autores clásicos, fundó la revista El Maestro, promovió la escuela y las misiones rurales y propició la celebración de la primera Exposición del Libro. Durante su gestión se encargaron murales para decorar distintos edificios públicos a los pintores José Clemente Orozco y Diego Rivera, aunque algunos han afirmado que dichos murales tuvieron que vencer la tenaz resistencia del ministro Vasconcelos, a cuyo entender Orozco hacía "horribles caricaturas".

Después de la firma de los Tratados de Bucareli, José Vasconcelos condenó el asesinato del senador Field Jurado y renunció a su puesto en la SEP. Fue candidato al gobierno de Oaxaca, pero fue derrotado y optó por el exilio. En París y Madrid publicó la primera época de la revista La Antorcha (1924-25). A su regreso a México fue candidato a la Presidencia de la República por el Partido Nacional Antirreeleccionista.

Al anunciarse el triunfo del candidato oficial Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), los antirreeleccionistas denunciaron el fraude electoral y Vasconcelos proclamó en Sonora el Plan de Guaymas, llamando sin éxito a un levantamiento armado. Encarcelado después de promulgar su plan, se autodesignó "única autoridad legítima" y desconoció a las autoridades federales, estatales y municipales que "burlan el voto público desde hace treinta años". Ya liberado se exilió en París, donde volvió a publicar La Antorcha. A su regreso desempeñó la dirección de la Biblioteca Nacional durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho (1940-1946).


Antonio Caso
(Antonio Caso Andrade; Ciudad de México, 1883-1946) Ensayista y pensador mexicano, una de las figuras centrales de la llamada «generación de 1910». Iniciador de los cursos de filosofía en la Universidad Nacional Autónoma, de la que fue rector (1944), representó a su país en Perú y en Uruguay, obtuvo el título de doctor honoris causa por la Universidad de Río de Janeiro y fue miembro correspondiente de la Academia Española de la Lengua.

Antonio Caso

Animador esencial del movimiento filosófico mexicano moderno opuesto al ya tradicional positivismo de Gabino Barreda, Antonio Caso no dio marcha atrás, sino que buscó el apoyo de Henri Bergson y de Edmund Husserl, entre otros, para exponer un pensamiento filosófico propio en pugna con los conceptos y soluciones del materialismo histórico (La filosofía de la cultura y el materialismo histórico, 1936) que no llegó a adquirir forma sistemática.

La exaltación del impulso desinteresado y del poder de la intuición, así como la concepción de la filosofía como síntesis de los resultados de la ciencia, la moral y el arte, en un mundo ideado como caridad, son ideas básicas de su pensamiento filosófico, expuestas en sus conferencias de 1909 y a través de una serie de interesantes trabajos: La filosofía de la intuición (1914), Problemas filosóficos (1915), Filósofos y doctrinas morales (1915), La filosofía francesa contemporánea (1917), El concepto de la historia universal (1918), La existencia como economía, como desinterés y como caridad (1919), Discursos a la nación mexicana (1922), Ensayos críticos y polémicos (1922), Doctrinas e ideas (1924), Sociología genética y sistemática (1927), El concepto de la historia y la filosofía de los valores (1933), La filosofía de Husserl (1934), El acto ideatorio (1934), Meyerson y la Física moderna (1940), La persona humana y el Estado totalitario (1941), Positivismo, neopositivismo y fenomenología (1941), El peligro del hombre (1942), Filósofos y moralistas franceses (1943), México: apuntamientos de cultura patria (1943) y Ensayos polémicos sobre la escuela filosófica de Marburgo (1945).

Publicó también un Comento breve de la "Oda a la música" de fray Luis de León (1921), dos volúmenes de poesías (Crisopeya, 1931, y El políptico de los días del mar, 1935), unos Principios de Estética (1925) y una Historia y antología del pensamiento filosófico (1926). En el México de la primera mitad del siglo XX, los vértices de su gran triángulo ideológico están ocupados por José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Antonio Caso, a quien se debe El problema de México y la ideología nacional (1924).

El ateneo de la juventud

El "Ateneo de la Juventud" se fundó el 28 de octubre de 1909. En nuestro país, su último aniversario pasó extrañamente desapercibido en los medios culturales ya que se menospreció tanto su significado como el hecho de que esta organización hubiera estado integrada por un grupo de jóvenes que, caminando los años, se convertirían en algunos de los más importantes filósofos, intelectuales y creadores del siglo XX. Basta mencionar a Antonio Caso (1883-1946); José Vasconcelos (1882-1959); Alfonso Reyes (1889-1959); Pedro Henríquez Ureña (dominicano insigne, 1884-1946); Isidro Fabela; Julio Torri; Diego Rivera, Manuel M. Ponce, Martín Luis Guzmán, Julián Carrillo, Nemesio García Naranjo, Montenegro y muchos otros. Todos ellos tendrían por entonces un promedio de 25 años.
Algunos de los miembros de El Ateneo participaron en la Revista Moderna de México así como en la revista Savia Moderna, fundada en 1906 y dirigida por Alfonso Cravioto y en donde ya figuraban Antonio Caso, Alfonso Reyes y Nemesio García Naranjo, entre otros. Esta revista duró sólo cinco números.
El dominicano Pedro Henríquez Ureña llegó a Veracruz en enero de 1906 y posteriormente se trasladó a la Ciudad de México al obtener un trabajo en el periódico El Imparcial, y el año siguiente, en "El Diario", gracias al apoyo de su hermano Max que había llegado anteriormente a México. Henríquez Ureña era, tal vez, el más preparado de los jóvenes del Ateneo ya que tenía un conocimiento actualizado de las corrientes filosóficas y literarias de Europa en aquel tiempo. Había estado en Nueva York en 1901 (su padre había sido ministro de Relaciones exteriores de la República Dominicana) y en 1904 viajó a Cuba con la familia, en donde publicó su libro Ensayos críticos. En nuestro país adquirió un importante papel tanto en El Ateneo como en la vida cultural mexicana. Recordemos que Justo Sierra lo llamó a colaborar en las ediciones del primer centenario de la Independencia y posteriormente, cuando Vasconcelos fundó la Secretaría de Educación Pública, fue de nuevo invitado por este último para colaborar en la edición de la famosa serie de libros clásicos para la educación popular. Henríquez Ureña, además, se casó con una hermana de Vicente Lombardo Toledano y por tanto, emparentó con uno de los más destacados dirigentes políticos de aquellos momentos. Posteriormente residiría en Argentina tras un breve y frustrante período en su patria de origen. Menciono lo anterior porque Henríquez Ureña constituyó una figura clave del Ateneo y de su posterior labor cultural. En este sentido, Susana Quintanilla en su libro Nosotros. La juventud del Ateneo de México menciona que Pedro Henríquez Ureña pidió a su padre que le enviara obras clásicas y éste le remite los Greek Studies. A Series of Essays (1895) de Walter Horacio Pater. Algunos de los ensayos fueron dados a conocer en la Revista Moderna. De igual manera, Henríquez promueve la publicación del Ariel de Rodó que fuera financiado por el general Bernardo Reyes, gracias a la mediación de su amigo Alfonso Reyes. Junto a Henríquez podemos mencionar a Rubén Valenti, quien menciona por primera vez a Boutroux, Bergson, Poincaré, James y Papini. Estos autores son algunos de los más importantes filósofos que realizarán la crítica al positivismo clásico e influirán en la joven generación.
Otro antecedente del Ateneo de la Juventud fue también la fundación de la Sociedad de Conferencias y Conciertos dirigida por Jesús T. Acevedo y que del 29 de mayo al 7 de agosto de 1907, organizó actividades en las que participó Antonio Caso quien eligió como temas de sus conferencias a John Stuart Mill, Nietzsche y Stirner.1
Y finalmente, como parte del clima político e ideológico que se vivía en aquellos años, nos referiremos a la publicación, a partir del 10 de enero de 1908 en el periódico El Tiempo, del ensayo de Francisco Vázquez Gómez, médico cercano a Porfirio Díaz, titulado: "La enseñanza secundaria o Preparatoria en el Distrito Federal" en donde lanza un fuerte ataque al positivismo y en especial a Gabino Barreda, recuperando las críticas de los conservadores como era la de que se estaba corrompiendo a la juventud al no permitir la enseñanza religiosa. Este hecho es interesante ya que nos permite ofrecer una primera prueba de que no es cierta la afirmación muy generalizada de que el positivismo era la "filosofía oficial del porfiriato". A nuestro juicio, al dictador no le interesaba la filosofía aunque sí las consecuencias de las luchas políticas, así que, fiel a su estilo, alentaba la polémica entre las dos partes. El primero que responde a Vázquez Gómez es Porfirio Parra en El Imparcial (periódico en donde se había publicado, en diciembre de 1907, la famosa entrevista Creelman-Díaz en la que el dictador había declarado que México estaba listo para la democracia). Aquella polémica provoca la realización de varios actos en defensa de Gabino Barreda el día 22 de marzo de 1908: uno en la Escuela Nacional Preparatoria en San Ildefonso; otro en el Teatro Virginia Fábregas y uno más en el Teatro Arbeu. A este último asistirá Porfirio Díaz pero lo interesante es que Justo Sierra hace una fuerte defensa de Barreda aunque también aprovecha la oportunidad para dirigir una amplia crítica del positivismo comteano.2
Aquí avanzaré mi tesis sobre la función del positivismo y su crítica; a mi juicio, Gabino Barreda encontró en Comte la clave de la interpretación filosófica de la historia mexicana pero también de la orientación de la enseñanza a partir del momento en que los liberales finalmente toman el poder en 1867, con Benito Juárez a la cabeza. Se trata, nada menos que de un cambio de paradigma de la educación religiosa a la científica. Ahora bien, Barreda no copia a pie juntillas a Comte sino que introduce una serie de cambios importantes. Entre ellos, considera, dicho en forma sintética, que debe haber un orden después del desorden del siglo XIX; un progreso mediante la modernización e industrialización del país pero también indica la necesidad de mantener la libertad de expresión política y de organización. Esta última es la que se suprimirá en la medida en que Díaz va imponiendo su dominio. La concepción positivista comteana empieza a decaer por su rigidez dogmática y su incapacidad para modificarse a partir de los nuevos desarrollos de la ciencia. Fue por ello que el paradigma positivista evoluciona con las contribuciones de Spencer y Darwin. Algunos de los que adoptan las concepciones de Spencer fueron Justo Sierra, Porfirio Parra y Ezequiel A. Chávez, entre otros, ocasionando una contradicción al interior del paradigma positivista, con los comteanos ortodoxos como lo fueron Agustín Aragón y Horacio Barreda (hijo de Gabino) quienes al principio del siglo habían empezado a publicar la Revista Positiva3 Pero al mismo tiempo, como ocurre con otras concepciones filosóficas que pasan a formar parte de la ideología legitimadora del poder, se degenera y pervierte. Es por ello que cuando se habla de "los científicos" (quienes se incorporaron al gobierno en 1892) no estamos aludiendo a los positivistas propiamente dichos, sino a aquellos que hacen suya una "ideología cientificista" para justificar su dominio y su interés por ser los herederos del poder de Díaz. Aquí coincido con la tesis sostenida por Raat en su crítica al estudio clásico de Zea, El positivismo en México, en la que considera que los integrantes del grupo que el pueblo llamaba "los científicos" no eran, en sentido estricto, positivistas; sin embargo, por mi lado considero que hay que hacer la excepción de Justo Sierra, quien fue un notable historiador e intelectual que estuvo interesado más en la educación y en la cultura que en la manipulación de los caciques que poblaban el país. Recordemos que Sierra es nombrado por Díaz ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1905. Por todo lo anterior, la coyuntura del homenaje a Gabino Barreda es aprovechada por Sierra para mantener su crítica a los conservadores pero también para tratar de avanzar hacia una nueva concepción paradigmática que ya asomaba en el panorama internacional (el relativismo y el espiritualismo) pero que no lograba su apropiación creativa en nuestro país. Todo esto, en medio de la crisis del porfiriato y a dos años de que estallara la Revolución.
En lo que se refiere a los compromisos políticos que tenían los ateneístas, la situación era la siguiente: Alfonso Reyes era hijo del gobernador de Nuevo León y luego ministro de guerra del porfirismo; Pedro Henríquez Ureña era hijo de un ministro que cayó en desgracia; Antonio Caso era uno de los discípulos predilectos de Justo Sierra y por tal motivo, participa en el "Club Reeleccionista" y se le nombra director del periódico La Reelección. José Vasconcelos no tiene al principio una participación protagónica en El Ateneo debido a que se había unido al maderismo y por tanto se encuentra en la oposición al formar parte del Club Anti-reeleccionista y ser director de su periódico. Lo que quiero decir es que El Ateneo no fue, como pudiera pretenderse, una organización independiente sino alentada oficialmente por Sierra. Cuando Díaz cae, es decir, cuando las relaciones de poder se empiezan a modificar, Vasconcelos es nombrado, sintomáticamente, presidente de El Ateneo, en noviembre de 1911.
Pero retrocedamos un poco. A finales de siglo la crisis del paradigma positivista es manifiesta y fue por ello que Sierra propició un ajuste de cuentas con el pasado. Uno de los intelectuales que iniciaron esta labor fue Antonio Caso, quien impartió del 25 de junio al 13 de agosto de 1909 una serie de conferencias sobre la historia del positivismo en el salón "El Generalito" de San Ildefonso presididas por Justo Sierra y Porfirio Parra. Sobre las primeras conferencias, Henríquez Ureña publicó una reseña crítica muy rigurosa y que hoy puede todavía leerse con provecho.
En 1910 se celebra el centenario de la independencia. El Ateneo organiza una serie de conferencias entre agosto y septiembre de 1910 en la Escuela de Jurisprudencia. Los autores y temas son: Caso, "La filosofía moral de don Eugenio M. de Hostos"; Reyes, "Los Poemas rústicos de Manuel José Othón"; "La obra de José Enrique Rodó" por Henríquez Ureña; "El pensador Mexicano y su tiempo" por Carlos González Peña; "Sor Juana Inés de la Cruz" por José Escofet y "Don Gabino Barreda y las ideas contemporáneas" por José Vasconcelos, el 12 de septiembre de 1910. En ellas se propone una concepción opuesta al positivismo: el espiritualismo y el intuicionismo. Frente a Comte oponen a Nietzsche, Schopenhauer, Ibsen, Wagner, Bergson, es decir, en su mayor parte, pensadores y autores románticos.
El 22 de septiembre de 1910 se inaugura la Universidad Nacional de México. En esa ocasión Sierra pronuncia un nuevo discurso en el que aboga por la importancia de la filosofía como tal y después de mencionar que se estudiarán a educadores sociales como Víctor Hugo, Juárez, Lincoln, Garibaldi, Sarmiento y muchos otros entre los que incluye a Carlos Marx (¡) pero no menciona a Comte (¡), añade que "una figura de implorante vaga hace tiempo en derredor de los templa serena de nuestra enseñanza oficial: la filosofía; nada más respetable ni más bello".4
Continuando con los aspectos históricos que rodean al Ateneo, se llevan a cabo, como se sabe, unas elecciones fraudulentas; Madero es encarcelado y luego huye a San Antonio, Texas, desde donde lanza su manifiesto para que la Revolución estalle, el 20 de noviembre a las 5 de la tarde.
El 24 de marzo de 1911 renuncian los ministros de Díaz para permitir que éste efectúe una re-organización del gabinete. Díaz, en forma injusta, porque había hecho un trabajo educativo y cultural irreprochable, no renueva a Justo Sierra. El 7 de mayo Díaz suspende negociaciones con la oposición y el 10 de mayo las fuerzas revolucionarias toman Ciudad Juárez. Este es, para Díaz, el signo de que todo está perdido y por tanto, negocia su renuncia a la Presidencia de la República. Francisco Vázquez Gómez es nombrado Presidente interino y Francisco Léon de la Barra, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. El 7 de junio llega Madero a México.
En agosto de 1911 se forma el Partido Constitucional Progresista que tiene como partidarios a Vasconcelos, Cravioto, Fabela, Castillo Ledón y Martín Luis Guzmán, entre otros. Como es lógico, el movimiento maderista y el fin del régimen porfiriano, divide ideológica y políticamente a los ateneístas pero también, como hemos escrito más arriba, implica un cambio de orientación. Fernando Curiel, en su libro La Revuelta, dice que "la nave del Ateneo empieza a navegar en aguas maderistas".
Un año después, el 25 de septiembre de 1912, se nombra Presidente del Ateneo a Enrique González Martínez y se transforma en El Ateneo de México, una de cuyas iniciativas fue la fundación, el 3 de diciembre de 1912, de la Universidad Popular Mexicana cuyo primer rector fue Alberto J. Pani y sus colaboradores cercanos Alfonso Pruneda y Martín Luis Guzmán. Esta organización dura hasta 1922. El Ateneo se desintegra en 1923.

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